En este artículo quiero hablar de métodos de enseñanza de idiomas: el método central de este proyecto (el TPRS), así como de su en cierto sentido precursor TPR.
Empecemos con el TPR: ¿Qué es?
El método TPR (que significa Total Physical Response) es el precursor del método central y más completo de los basados en la teoría de la adquisición: el TPRS
Creado por el Dr. James J. Asher, el TPR evolucionó en primer lugar hasta convertirse en el TPR Storytelling debido a la incapacidad de aquél para mantener el interés de los alumnos en el largo plazo (a pesar de obtener grandes resultados), y finalmente, adoptó su significado actual de Teaching Proficiency through Reading and Storytelling.
Volviendo al TPR, éste consiste principalmente en dar órdenes o instrucciones a los alumnos que impliquen movimiento, tras haber introducido dichas instrucciones brevemente con anterioridad. Este sistema tiene algunas ventajas fundamentales:
- En primer lugar, al profesor le va a resultar muy fácil comprobar si sus alumnos le están entendiendo, dependiendo de si reaccionan o no correctamente a la orden emitida
- Este sistema te asegura también que la atención de los alumnos estará puesta siempre en el mensaje
- Por último, este método no va a forzar a los alumnos a hablar de forma prematura, ya que la única respuesta exigida consiste en realizar un determinado movimiento como reacción a una orden.
Uno de los principales problemas del TPR es, como ya he comentado al principio del artículo, su incapacidad para mantener el interés de los alumnos en el largo plazo.
Existen diversos juegos que, combinados con la imaginación del profesor, pueden mantener vivo el interés de los alumnos durante un cierto tiempo (debido a su participación activa durante toda la clase), pero a la larga esto va a resultar complicado debido a que el método se reduce a una sola función del lenguaje.
Uno de los juegos más populares entre aquellos utilizados en las clases con TPR es el llamado “Simón dice”, que consiste en lo siguiente:
El profesor da una serie de instrucciones (salta, aplaude, sonríe, siéntate…) y realiza las acciones correspondientes a la vez que sus alumnos. A continuación, el profesor da las instrucciones pero sólo los alumnos responden con la acción. Los alumnos van siendo eliminados a medida que cometen un error, y así sucesivamente hasta que sólo queda el ganador. Esto mantiene el interés de los alumnos, pues todos quieren aguantar hasta el final. El profesor puede también dar una instrucción y realizar una acción diferente para ver quién está atento, las variaciones son múltiples.
Otro de los problemas del método y, relacionado con el anterior, es el hecho de que su aplicación es complicada a partir de un cierto nivel. Al estar restringido el proceso a simplemente dar instrucciones, es muy difícil adaptarlo a las demandas de alumnos más avanzados.
Sin embargo, sus resultados son bastante satisfactorios con alumnos de niveles iniciales, ya que se rige por los principios correctos de adquisición del lenguaje.
Existen diversos estudios que corroboran la enorme superioridad del TPR frente a los métodos tradicionales basados en el aprendizaje:
Un estudio del propio James Asher en el año 1972, comparó un grupo de estudiantes de alemán mediante TPR con otro grupo en el que se usaron métodos tradicionales. Tras sólo 32 horas de clase, el grupo TPR superó al otro grupo, el cual había recibido 150 horas de clase, en un test de comprensión oral, y sacó resultados similares en uno de comprensión escrita y otro de escritura. Es decir, que el grupo con instrucción TPR progresó nada menos que cinco veces más deprisa.
Otro estudio de Asher, Kusudo y De la Torre en 1974, comparó a un grupo de estudiantes de español TPR en su primer año de universidad con otro grupo que utilizó el método Audio-lingua. Tras 45 horas de clase, los alumnos TPR superaron al grupo Audio-lingua, que nuevamente había recibido 150 horas de instrucción, en un test de comprensión oral, y les igualaron en uno de comprensión escrita. Y tras 45 horas adicionales de clase, todos los alumnos TPR superaron el 50% en todos los campos (comprensión oral y escrita, escritura…) en un test de español diseñado para alumnos con 150 horas de instrucción.
A pesar de las ligeras desventajas del método TPR (solucionadas con su evolución hacia el más moderno, adecuado y completo TPRS), estos estudios reflejan, una vez más, la idoneidad de los métodos basados en la adquisición del lenguaje frente a aquellos tradicionales basados en el aprendizaje del mismo.
Vamos ahora con el método TPRS
Como ya comenté en el artículo sobre las características del “input” ideal, las siglas TPRS significan Teaching Proficiency through Reading and Storytelling, y este método fue creado por el profesor de español Blaine Ray en los años 90.
Tiene como objetivo poner en práctica las hipótesis de Stephen Krashen sobre la adquisición del lenguaje, proporcionando para ello grandes cantidades de “input”, información o entrada comprensible. Sus dos principales herramientas son, como su nombre indica, la lectura y la narración de historias.
La estructura de una clase mediante TPRS es la siguiente (aunque existen múltiples variaciones dependiendo del profesor, los alumnos, el nivel de la clase…Siempre que la clase esté basada en los mismos principios, los resultados serán satisfactorios):
Paso 1: Establecer significado
El profesor establece el significado de las 2-3 estructuras principales que van a ser utilizadas durante la historia. Puede escribirlas en la pizarra con su traducción, y establecer un cierto gesto (lenguaje no verbal) relacionado con cada una de ellas, el cuál será repetido durante la historia cada vez que la estructura aparezca. Esto facilita la comprensión por parte de los alumnos y permite al profesor comprobar que el mensaje se está entendiendo. El uso de gestos, el hecho de escribir las palabras en la pizarra con su traducción y señalarlas cuando aparezcan en la historia, y también el uso de palabras que son parecidas en distintos idiomas (ej. “información” e “information”) son herramientas que ayudan a establecer el significado, a desarrollar las historias y a proporcionar grandes cantidades de “input” o entrada comprensible, especialmente en niveles iniciales.
El hecho de preparar 2-3 estructuras principales de antemano puede ser de gran ayuda cuando estamos dando nuestros primeros pasos con esta forma de enseñanza, pero también podemos proceder de una forma un poco más “libre” y no centrarnos en sólo 2-3 estructuras pensadas con anterioridad, siempre que no nos alejemos de las capacidades de comprensión de los estudiantes. En cualquier caso, supone una gran estrategia cuando los alumnos parten de un nivel inicial.
Paso 2: La historia
El profesor no se dedica exclusivamente a crear una historia y narrarla, sino que más bien la pregunta a sus alumnos. En otras palabras, la historia sigue la línea creada por el profesor, pero éste pregunta constantemente a los alumnos por los detalles de la misma (Ejemplo: si el personaje principal de la obra se dirige a un determinado lugar, el profesor preguntará a los alumnos qué lugar es éste, recibiendo múltiples respuestas por su parte, como Madrid, Valencia, Los Angeles…). Esto va a mantener a los alumnos involucrados y, además, van a divertirse, puesto que ellos mismos forman parte del proceso de creación de la historia.
Por otra parte, te aseguras de que su foco siempre va a estar puesto en el mensaje, en comprender la historia. El profesor elegirá entonces las respuestas más adecuadas para la historia (esto es subjetivo, cualquier respuesta es válida salvo que sea ofensiva, dañina para alguien, etc… El objetivo es involucrar a los alumnos en la historia. En ocasiones, la respuesta definitiva puede ser escogida por los alumnos, en consenso con ellos…) y, según se va desarrollando ésta, repasará lo ya narrado con constantes preguntas de respuesta sencilla que facilitan la adquisición y le permiten comprobar que los alumnos están siguiendo la historia sin problemas. Las preguntas son del tipo cuyas respuestas van a ser sí/no, éste o el otro, una sola palabra (como en el caso anterior de las ciudades)…
Con el paso del tiempo y a medida que los alumnos van progresando, estas preguntas podrán complicarse paulatinamente, pero de esta forma el profesor puede comprobar fácilmente que el mensaje se ha entendido, a la vez que se asegura de no forzar la producción de sus alumnos demasiado pronto (cuando la adquisición todavía no se ha producido y los alumnos no están por lo tanto preparados para producir más allá de las simples respuestas mencionadas anteriormente).
Paso 3: La lectura
En este paso, las posibilidades son numerosas. El profesor puede leer la recién creada historia (u otra con las mismas estructuras) en alto para, entre todos o individualmente, traducirla a la lengua materna común (si la hay); el profesor puede también proporcionar numerosas historias, recursos… para que los alumnos elijan cuál leer, centrándose en el principio de la “lectura voluntaria libre”; puede proporcionar también herramientas y recursos para que los alumnos puedan aplicar dicho principio en sus casas…
Ésta es, básicamente, la estructura del método TPRS aunque, como ya he comentado antes, pueden existir múltiples variaciones. La clave reside en el hecho de que está basado en la teoría de la adquisición del lenguaje y en su proximidad con situaciones de la vida real pero, a partir de ahí, cada profesor puede modelarlo para adaptarlo a sus habilidades, las de sus alumnos, el nivel de la clase…
El método TPRS fue originalmente diseñado para el aula, pero se puede adaptar a otras situaciones y aquí tenéis el ejemplo de una clase online de español mediante TPRS con una alumna que no había tenido ningún contacto con el idioma previamente:
Espero que te haya gustado este artículo y que te haya servido para descubrir estos maravillosos métodos que ayudan a los alumnos a aprender su idioma objetivo realmente mientras disfrutan del proceso.
Muchas gracias por leer el artículo y no dudes en dejarme tus comentarios, sugerencias, preguntas... si hay algo que me quieres comunicar.
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