En el artículo de hoy quiero presentar y rebatir algunas de las creencias, ideas o mitos más típicos que nos impiden o nos limitan para aprender idiomas.
He observado estas creencias en mucha gente, incluido en mi mismo, y por eso quiero combatirlas aquí, porque sé que no podrían estar más lejos de la realidad y porque afectan en gran medida a nuestro aprendizaje y, sobre todo, a nuestra actitud hacia el mismo.
Las creencias o ideas más frecuentes son la siguientes:
1. Los adultos no pueden aprender idiomas, o es mucho más difícil
Todos hemos oído expresiones del tipo “soy demasiado mayor para aprender idiomas”, “sólo los niños pueden aprender idiomas”, “ya no tengo paciencia y capacidad para aprender idiomas”, “ojalá hubiera aprendido idiomas cuando era joven”, y la lista puede continuar hasta el infinito.
Esto no sólo no es verdad, sino que existen numerosos estudios que demuestran que los adultos tienen mayor facilidad para el aprendizaje de idiomas, pues su conocimiento del mundo es mucho mayor.
Como en todos los casos, el problema proviene de la utilización de los principios equivocados en la enseñanza de idiomas. En base a los métodos tradicionales basados en el aprendizaje consciente de reglas gramaticales, la memorización de listas de vocabulario…, es normal que los adultos nos sintamos peor preparados, pues nuestra memoria o capacidad retentiva probablemente sea menor, así como nuestro tiempo para el estudio, puede que encontremos dificultades para el estudio por la falta de costumbre, y un sinfín de razones más.
Todos estos obstáculos contribuyen a reforzar esta falsa creencia y nos llevan a la frustración y la desesperación y, como ya he comentado en alguna ocasión, acabarán por forzar nuestra rendición y llegaremos a incluso odiar los idiomas.
Sin embargo, ninguno de estos obstáculos es real ni tiene ningún tipo de impacto cuando aplicamos los principios correctos para la adquisición de un idioma de forma subconsciente que, recordemos, no es sino la forma en que los niños adquieren su lengua materna.
De hecho, el aprendizaje de idiomas de los alumnos va a ser incluso más rápido pues, como ya comenté, nuestro conocimiento del mundo es mayor, así como el abanico de temas sobre los que hablar, entre otras cosas.
Os dejo ahora con el ejemplo de un estudio que demuestra este hecho:
En 1977, James Asher (creador del método TPR) realizó el siguiente estudio: Comparó a nueve clases de alumnos de español entre 10 y 13 años y una clase de adultos por un lado (todas ellas usando el TPR), con dos clases de alumnos entre 12 y 14 años basadas en los métodos tradicionales por otro lado. Las dos clases basadas en los métodos tradicionales recibieron 200 horas de clase. Pues bien, usando un test llamado “Spanish Picture Test for Listening” y otro sobre capacidades de lectura, todos los grupos TPR de niños salvo los más pequeños de 10 años mejoraron los resultados de los grupos con métodos tradicionales tras 100 horas de clase. Y, lo más interesante y lo que nos ocupa en este caso, el grupo de adultos TPR mejoró los resultados de los grupos con métodos tradicionales tras sólo 20 horas de clase.
Lo que este estudio nos muestra no es sólo la enorme superioridad de aquellos métodos basados en los principios correctos, sino también la mayor capacidad de los adultos para la adquisición de los idiomas, tal y como acabo de comentar.
2. El aprendizaje de idiomas es un proceso arduo que requiere mucho esfuerzo y estudio
Probablemente, no se utilicen estas palabras exactamente, pero éste es un sentimiento muy generalizado entre la población. La buena noticia es que es falso también. Ya he comentado en alguna ocasión cómo esta realización fue una de las más importantes para cambiar mi actitud hacia los idiomas.
Como comenté en el ejemplo de la creencia anterior, esta idea proviene de toda una vida aprendiendo idiomas de una forma, esto es, en base a los métodos tradicionales que promueven el aprendizaje de reglas gramaticales, memorización de listas de vocabulario… Efectivamente, éste si se trata de un proceso arduo que requiere esfuerzo y estudio, y es por ello que esta creencia está tan generalizada, pero ya sabemos de sobra lo que esta forma de aprendizaje de idiomas provoca y cuáles son sus resultados.
En mi caso personal, hace ya muchos años que me interesa aprender idiomas, pero al no conocer una alternativa, mi enfoque siempre era el mismo de todo el mundo, es decir, el aprendizaje consciente del idioma en cuestión a través de la gramática y el vocabulario.
Siempre empezaba con muchas ganas y estaba realmente motivado para aprender, pero estas ganas se iban desvaneciendo poco a poco al comprobar que, efectivamente, se trataba de un proceso que requería de mucho esfuerzo y estudio. Como he comentado en alguna ocasión, por ejemplo en la sección sobre mi, la gota que colmó el vaso fue mi intento de aprender polaco a través de estos métodos tradicionales. Ahí es cuando me di cuenta de que ésta no podía ser la forma de aprender idiomas. Porque con idiomas más parecidos al español como el inglés, francés o portugués, siempre te puedes engañar a ti mismo y notar una cierta mejoría a pesar del estudio y del esfuerzo; pero cuando lo intentas con un idioma tan diferente, se convierte en una experiencia totalmente reveladora.
Como ya he comentado con anterioridad, ahora me dedico a mejorar mis habilidades lingüísticas en diferentes idiomas a través de leer libros, ver programas de televisión y acontecimientos deportivos, conversaciones con hablantes de esa lengua en particular… , es decir, a través de actividades que ya realizaba en mi lengua materna y que me resultan divertidas e interesantes. Creedme cuando digo que la diferencia es espectacular. Y, además, sé que estas actividades me ayudan más que el tradicional esfuerzo y estudio.
También he asistido como alumno a clases que se basan en los principios correctos (y que utilizaban el TPRS en este caso concreto), y la diferencia es nuevamente abrumadora.
Así que para todos aquellos que tengáis esta creencia (yo también la tenía), estad tranquilos y sabed que no sólo existe una forma de aprender idiomas de manera divertida e interesante, sino que es además una forma más adecuada y efectiva.
3. Soy un zoquete y nunca se me han dado bien los idiomas
Esta idea de se me dan bien o no se me dan bien los idiomas es nuevamente una idea falsa. Bien es cierto que puede haber gente con una mayor o menor facilidad y que, además, cada persona desarrollará su capacidad para producir en momentos diferentes, tal y como sucede con los niños pequeños en su lengua materna.
Sin embargo, cualquier persona puede adquirir cualquier idioma si se siguen los principios correctos.
Nuevamente, el problema viene de la forma en que se enseñan los idiomas de forma generalizada.
Al basar la enseñanza de idiomas en la idea de esfuerzo y en el estudio de reglas gramaticales y listas de vocabulario, muchas personas tendrán dificultades con esto por múltiples razones (nunca han sido muy buenos estudiantes, este enfoque les aburre enormemente…) y creerán que no se les dan bien los idiomas o, incluso peor, que nunca podrán aprenderlos, cuando la culpa no es suya en absoluto. De hecho, encontrar este enfoque enormemente aburrido, por ejemplo, es algo perfectamente normal.
Otros conceptos como la corrección de errores y esa idea absurda de perfeccionismo que tenemos harán que, entre muchas otras cosas, cada vez que cometemos un error (lo cual va a suceder constantemente, por cierto) nos creamos unos zoquetes a los que no se les dan bien los idiomas, ya que nos han metido en la cabeza que los errores son malos y no se pueden permitir. De hecho, los errores penalizan en la gran mayoría de las clases, ya sea a través de exámenes, la propia corrección de los mismos en el discurso…
Por el contrario, si la adquisición de un idioma se basa en actividades divertidas e interesantes, si los errores no son corregidos de forma consciente y si entendemos que cada persona manifestará su capacidad para producir en un momento diferente, estaremos ayudando a combatir esta creencia y a aumentar la motivación de la gente para aprender idiomas.
4. Tengo miedo a expresarme en un determinado idioma por temor a equivocarme, meter la pata, sonar ridículo…
En este caso, no se trata de una creencia sino de una realidad. La he incluido en este artículo porque es perfectamente posible dejarla atrás. Nuevamente, va a depender de la forma de enseñanza y de aplicar los principios correctos.
Como comenté en el caso anterior, la corrección de errores y la idea absurda de perfeccionismo son algunos de los principales enemigos del estudiante, y van a provocar la aparición de dicho miedo. Al ser los errores corregidos constantemente, la mayoría de las personas va a desarrollar creencias como la anterior (no se me dan bien los idiomas), y va a tener miedo de expresarse por temor a la equivocación.
Se suele decir que no debemos tener miedo a cometer errores (y, obviamente, es cierto), pero lo peligroso de esta forma de enseñanza es que, a pesar de ser consciente de ello, este miedo se instala de alguna forma en nuestro subconsciente y no nos permite tener la libertad deseada en ese sentido. Personalmente, yo también he experimentado este miedo, pues son muchos años estudiando idiomas con los principios incorrectos, pero el conocimiento de cómo se adquieren realmente los idiomas y la aplicación de los principios correctos ayudan a combatir dicho miedo en gran medida.
Lo más “interesante” de la corrección de errores no es sólo que provoca estos sentimientos sino que, como ya he explicado en alguna ocasión anteriormente, tampoco contribuye a mejorar nuestras habilidades lingüísticas, pues el conocimiento consciente de un determinado error no quiere decir que su forma correcta haya sido adquirida.
Por su parte, esa idea de perfeccionismo también contribuye al desarrollo de este miedo. Si tenemos la absurda idea de que nuestro discurso tiene que ser perfecto, la frustración aparecerá constantemente y será imposible superar nuestro miedo a equivocarnos. Además, al salir al mundo real te das cuenta de que al 99,9% de la gente no le importa los errores que cometas sino que seas capaz de comunicarte con ellos en su lengua materna. Como ya he dicho en algún momento y lo repetiré en miles de ocasiones, lo realmente importante es la comunicación o mensaje, y no la forma.
Por último, el concepto del periodo silencioso también juega un papel importante en este sentido. Si nos vemos forzados a producir cuando todavía no estamos preparados (es decir, cuando todavía no se ha producido la adquisición de una determinada estructura, sino que simplemente ha sido aprendida conscientemente), este miedo se va a manifestar de nuevo y, combinado con los efectos de la corrección de errores y la idea de perfeccionismo, entraremos en un círculo vicioso en el que dicho miedo será difícil de superar.
Así que, nuevamente, la clave para superar este miedo procede de la aplicación de los principios correctos y del conocimiento de conceptos clave como las distinciones “input vs output” y “aprendizaje vs adquisición”, el período silencioso, la ineficacia de la corrección de errores… Tanto dentro como fuera del aula.
Espero que este artículo sirva para que algunos os sintáis reflejados en estas creencias y empecéis a dejarlas atrás porque son completamente falsas y nos entorpecen en nuestro camino hacia la adquisición de un idioma determinado. Pero sobre todo, espero que sirva para dar esperanza y para cambiar la actitud de la gente hacia los idiomas de forma positiva, sabiendo que la adquisición de una nueva lengua es perfectamente posible independientemente de las circunstancias.
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