
Creo que a todos nos suena este concepto de la corrección de errores. Ya sea dentro del aula o en nuestra vida diaria fuera de ella, siempre ha formado parte de nuestra experiencia al aprender un idioma.
Pienso que nuestro objetivo con la corrección de errores es el de ayudarnos a conocer cuál fue el error exacto que cometimos para poder producirlo correctamente de ahí en adelante.
Aunque en la gran mayoría de los casos creo que lo hacemos con la mejor intención, quiero desmontar en este artículo el mito de la corrección de errores. Ahora veremos por qué la corrección no sólo no sirve para cumplir el objetivo para el que está pensada, sino que además tiene varios efectos colaterales bastante poco recomendables.
¿Por qué no funciona la corrección de errores?
Como decía, tenemos la esperanza de que el conocimiento consciente del error que hemos cometido nos ayude a producirlo correctamente la próxima vez. Sin embargo, esto no sucede así. No sucede porque como ya he dicho en innumerables ocasiones, se trata de conocimiento consciente, y en el discurso de la vida real esto no nos va a servir de ninguna ayuda.
Como estamos acostumbrados a realizar ejercicios y exámenes gramaticales en los que tenemos todo el tiempo del mundo para pensar y acceder a ese conocimiento consciente, nos creemos que va a suceder lo mismo en la vida real, pero creo que ya hemos comprobado todos que las cosas son bastante diferentes en el discurso de nuestra vida diaria.
En el discurso de nuestra vida diaria no tenemos tiempo para acceder a ese conocimiento consciente como en el caso de los ejercicios y exámenes, entonces, el conocimiento consciente del error cometido no nos va a ayudar a producirlo correctamente la próxima vez.
Veamos ahora un par de ejemplos que nos demuestran que la corrección de errores simplemente no funciona.
Ya he comentado en alguna ocasión el caso de los niños pequeños y la palabra “rompido” en español. Como habremos podido comprobar, los niños pequeños siempre dicen “rompido” en lugar de “roto” al principio. Esto se produce porque el mecanismo del lenguaje en su cerebro desarrolla la regla del participio a través de información o “input” comprensible y de otros ejemplos (comer-comido, beber-bebido...).
Antes de entrar en la cuestión que nos ocupa, ya vemos cómo el estudio consciente de las reglas gramaticales no es realmente necesario para el aprendizaje de un idioma, pues somos capaces de desarrollar las reglas de forma subconsciente a través de “input” o información comprensible.
Volviendo al tema de la corrección de errores, habremos observado también cómo los padres suelen corregir a sus hijos y decirles que la forma correcta es “roto”. Si nos fijamos bien también, observaremos cómo los niños continúan diciendo “rompido” durante bastante tiempo a pesar de todas las correcciones.
Creo que es un ejemplo bastante esclarecedor de por qué la corrección de errores simplemente no funciona, pero os preguntaréis, ¿y qué sucede para que el niño produzca “roto” finalmente?
Lo que el niño realmente necesita es escuchar la forma correcta “roto” un número “x” de veces en contexto, para adquirirla de forma subconsciente y ser capaz de producirla correctamente.
El problema principal que yo veo es que al ser un proceso subconsciente y, por lo tanto, no “tangible”, no le damos la importancia y el valor que merece a dicho proceso, algo que sí hacemos con el aprendizaje consciente. Pero, sin embargo, el ejemplo de los niños pequeños nos demuestra constantemente que el proceso de adquisición de una lengua es un proceso subconsciente.
Por otra parte, creo que todos hemos observado el siguiente fenómeno al hablar en una lengua extranjera. ¿No os habéis fijado cómo muchas veces nosotros mismos nos damos cuenta del error exacto que hemos cometido inmediatamente después de hacerlo?
Sin embargo, el conocimiento consciente de dicha regla gramatical no nos ayudó a producir dicha palabra, frase o estructura correctamente, y no lo hará hasta que no la escuchemos correctamente en contexto varias veces y la adquiramos de forma subconsciente.
Ya vemos, por tanto, cómo en muchas ocasiones ni siquiera necesitamos que nos corrijan el error porque nosotros mismos sabemos cuál es exactamente, pero nada de esto nos ayudó a producirlo correctamente.
Ya vemos entonces que la corrección de errores no sirve para cumplir el propósito para el que está pensada. Pero, además, debemos darnos cuenta de que no pasa absolutamente nada por cometer errores. Todos lo hacemos constantemente en nuestra propia lengua materna y no pasa nada. Debemos olvidarnos un poco de esa idea de perfeccionismo absurda que tenemos en nuestra sociedad y centrarnos en lo realmente importante, que es el mensaje y la comunicación.
Sí que entiendo que queremos ser capaces de hablar lo mejor posible, pero ya sabemos que la parte de “input” o información comprensible es la clave para que esto se produzca, así que creo que tenemos que olvidarnos de la corrección de errores, tanto los propios como los ajenos.
Efectos colaterales negativos
Veamos, en última instancia, los efectos colaterales negativos de la corrección de errores.
Decidme si no os suena lo que voy a comentar a continuación. ¿Qué sucedía cuando estábamos en una clase de idiomas en las que nuestros errores eran corregidos constantemente? Efectivamente, creo que a todos nos suena, en mayor o en menor medida, desarrollar un miedo a hablar por temor a cometer errores. ¿Resulta familiar, verdad?
Pues, ¿cuál creéis que va a ser la actitud de una persona hacia los idiomas cuando desarrollamos este tipo de sensaciones o, mejor dicho, cuando asociamos este tipo de sensaciones al aprendizaje de idiomas?
Aunque en diferentes grados, he observado que todos desarrollamos un cierto miedo a expresarnos en una lengua extranjera por culpa de este aprendizaje de idiomas basado en el aprendizaje consciente, la gramática y la corrección de errores. Y, en muchas ocasiones, se convierte en la razón por la que mucha gente abandona el aprendizaje de idiomas.
Además, como por culpa de este enfoque desconocemos los principios por los que los idiomas son realmente adquiridos, nos creemos que deberíamos ser capaces de hablar perfectamente desde el minuto uno, y esto simplemente no es posible.
¿A cuántos os suena esta frase?: “puedo entender bastante del idioma pero soy prácticamente incapaz de expresarme”. El enfoque tradicional nos hace creer que deberíamos, pero esto ya sabemos que no es así, y es en este punto cuando la frustración se empieza a apoderar de nuestro cuerpo en el proceso de aprendizaje de idiomas.
Es completamente normal que nuestra capacidad para expresarnos vaya por detrás de nuestra capacidad para entender, pues es simplemente cómo funciona el proceso real de adquisición de una lengua.
Así que, como dije anteriormente, tenemos que olvidarnos de la corrección de errores, tanto propios como ajenos, y centrarnos en el mensaje, que es lo realmente importante. Los errores, además, forman parte del proceso y no pasa absolutamente nada por cometerlos.
Sé que a nuestra mente, o a nuestro ego, le encanta la sensación de saber algo que la otra persona no sabe, pero yo realmente pienso que no le estamos haciendo ningún favor a una persona determinada si nos dedicamos a corregir sus errores.
Gracias a todos por leer este artículo y espero que os haya ayudado a mejorar vuestra visión del proceso de aprendizaje de idiomas. Os dejo un artículo con las 10 claves para aprender cualquier idioma para profundizar más en el proceso. Espero vuestros comentarios con preguntas, dudas, sugerencias...
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